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La materia tal cual se refiere a ella la física oficial en verdad no existe. La máquina del mundo permanece en constante actividad y ora se enfría o se calienta conjugándose permanentemente en la ronda de los cuatro elementos que la componen que alternativamente predominan uno sobre el otro. El motor es ígneo: efectivamente es la intensidad del fuego lo que derrite lo sólido, licuándolo, y posteriormente transforma a estos líquidos en gases, los cuales mediante enfriamiento comienzan nuevamente a condensarse y estabilizarse en sólidos. Desde la antigüedad greco-romana esta rueda de fuego, aire, agua, tierra, ha preocupado a filósofos y sabios, los que jamás consideraron a la materia como algo fijo e inamovible, sino como un conjunto de elementos en permanente cambio y reestructuración. La unificación materia-energía, vale decir, la unicidad de la materia, ha sido un axioma alquímico tradicional. Lo mismo ha sucedido con la unidad indisoluble espacio-tiempo, presente además en las concepciones de los pueblos arcaicos. Es sólo recientemente que la ciencia ha vuelto a reconsiderar su concepción dualista y dicotómica, para colmo mecánica, con la que se pretendía juzgar a los seres y los fenómenos de una manera esquizofrénica propia de los puntos de vista de las grandes ciudades modernas. Así la física subatómica observa que las partículas existen y no existen simultáneamente y que en verdad la diferencia entre dentro y fuera no es sino una manera de encarar las cosas, en perfecta coincidencia con las sociedades tradicionales que ven al universo como a un hombre, animal u organismo gigantesco que no se encuentra ni lleno ni vacío. Cosas que parecen opuestas e incompatibles son consideradas hoy como distintos aspectos de una misma realidad. El espacio llamado vacío contiene todas las posibilidades virtuales de cualquier desarrollo y posee un número ilimitado de partículas que nacen y desaparecen espontáneamente. Aun el movimiento y el reposo, la existencia y la no existencia, la fuerza y la energía, son considerados como antagonismos fenoménicos que únicamente pueden comprenderse bajo la noción de complementariedad. Tampoco hay diferencia entre el ser y el acto. Todas las manifestaciones del mundo proceden de la expresión de una misma realidad que llega a ser y luego se desintegra, transformándose en otra cosa, que a su vez cambia en otra, y así indefinidamente. La transitoriedad de los objetos, la incesante mutación de las cosas y el fluir del río de la existencia son una realidad viva y tangible más allá de cualquier metáfora que, además, nos explica la ilusión permanente del hombre histórico y su cuidadoso engaño. |
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NOTA: SOBRE LA MELANCOLIA |
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La pasión, o locura heroica, el furor, como Platón lo comprendía y como motor del Conocimiento, fuente de inspiración y medio del proceso iniciático, produce excelentes resultados, regidos por Marte, cuando sabe combinarse con el temperamento melancólico y su biliosa y negra expresión atribuida al planeta Saturno. Debe recordarse el sentido real y simbólicamente elevado de este último planeta y las sutiles energías que como tal conlleva, más allá de sus aspectos negativos y de las pesadas cargas que le endilga la interpretación supersticiosa ordinaria, incapaz de considerar los distintos aspectos de las cosas y por lo tanto de conciliar opuestos. Saturno es también la lentitud y sabiduría de la vejez y la entrada en un estado purificador parecido a la muerte. El Renacimiento valorizó de modo extraordinario a la melancolía y a la tristeza con que se manifiesta, y consideró que era un estado donde florecía la inspiración, la cuna de la comprensión y la antesala del éxtasis. Grandes pintores como Durero y la escuela de pintura flamenca la retrataron y destacaron su vinculación con lo metafísico, lo simbólico, lo numérico y lo esotérico. Se le atribuía a este humor ser propio de héroes, poetas y grandes hombres; y pese a ser de difícil tolerancia por los interesados en los momentos en que esta forma de carácter se presenta, se considera –y así lo atestigua Agripa– que genera un frenesí que lleva a la sabiduría y la revelación. Los "mixtos" según la Alquimia son aquellos iniciados que aún no han terminado su proceso y se encuentran a horcajadas entre lo crudo y lo cocido, el frío y el calor, lo profano y lo sagrado. Se puede asegurar que estos aspirantes al Conocimiento han experimentado ese humor en carne propia y tenido que aguantar los embates de la tristeza; de Saturno y la melancolía. Aunque deben reconocerse también los aspectos benéficos de estos estados, por momentos intolerables, que acompañan a los "mixtos" a lo largo del proceso del Conocimiento, donde se encuentran muy señalados, y marcan hitos y jalones en el camino de la vida. Tome el estudiante de este Programa Agartha, o Introducción a la Ciencia Sagrada, debida cuenta de todo esto. |
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Hemos hablado de En Sof como de lo supracósmico o verdaderamente metafísico en el sentido etimológico más elevado y radical del término. Queremos aquí indicar la vinculación de las tres primeras numeraciones o sefiroth con los principios universales del ser tratados por la ontología. También con las seis sefiroth de construcción cósmica asimiladas a la cosmogonía (plano o mundo de Beriyah y Yetsirah) y la concreción material o física (plano o mundo de Asiyah). Se dice en Teología que hay cuatro maneras de leer la Biblia, o mejor, cuatro lecturas de su texto (literal, alegórico, tropológico, anagógico). Dante también lo explica en el Prólogo de La Divina Comedia (¿habéis reparado en este título?) refiriéndose a su propia obra que, como sabemos, incluye un descenso a los infiernos, un purgatorio y una posterior ascensión a los cielos. Esta concepción de las cuatro lecturas de la realidad (o tres equiparables a ellas según otras tradiciones), corresponde a los distintos planos de esa realidad e igualmente a los grados jerárquicos de su conocimiento. En el judaísmo son igualmente cuatro los planos o niveles de lectura de los textos sagrados, en perfecta coincidencia con el modelo del Arbol de la Vida, y la Teoría de las Emanaciones. Se inscriben de abajo hacia arriba, de Asiyah a Atsiluth, y son correlativamente Peshat, Remez, Derash y Sod. Peshat es el sentido de la lectura literal, Remez el alegórico. Derash el sentido recto y Sod el sentido secreto. Podrá reconocerse que las letras iniciales de estos cuatro términos PRDS, configuran la palabra PaRDeS, que quiere decir Paraíso o Jardín, y se refiere a un lugar, o mejor, a un estado original que sólo se puede adquirir cuando se completa con la última letra (la 'S' final) toda la palabra. Debe recordarse que esta letra 'S' corresponde a Sod, cuya traducción es 'secreto'.
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A veces la Alquimia se expresa en un lenguaje y un simbolismo complejo y 'oscuro', y esto es así pese a los cuidados de nuestro Programa que trata de sintetizar, aclarar y expresar en un lenguaje claro y actual verdades que, sin embargo, necesitan para ser comprendidas de una reforma de la comprensión profana, lo que justifica en algunas circunstancias el uso de esa aparente oscuridad o contradicción para hacer funcionar los esfuerzos personales a través de una serie de ejercicios mentales (y físicos) regidos por la coherencia interna de los mismos símbolos y su estructura lógica y a la vez suprarracional. De allí la importancia del estudio y la meditación sobre el modelo cosmogónico en el primer grado iniciático, tratando de no dejar un hueco en la comprensión de éste, pues es un trampolín inmediato para la integración en lo ontológico y metafísico. El tiempo, sobre el que actúa la paciencia tanto como la dedicación, es un gran auxiliar en el trabajo alquímico-hermético y en la Cábala se apunta que la labor del neófito comienza a madurar cuando empieza a encanecer, o cuando pasa los cuarenta años (o ciclos), número éste varias veces mencionado en los textos sagrados. Pero sobre todo ha de destacarse la intensidad con que el aprendiz encare el Conocimiento, lo que le llevará, cuando ésta es firme, decidida y prudente, a las puertas de una segunda Iniciación, mucho más real y verdadera, la cual ya no es solamente especulativa, teórica, o intelectual, sino operativa, práctica y encarnada. En la Alquimia china también existen dos iniciaciones. La primera corresponde al 'hombre verdadero' (Tchenn-jen), la segunda al 'hombre trascendente' (Cheun-jen). El acceso al estado de 'hombre trascendente' supone el de 'hombre verdadero', que lo antecede. Este último sería el ser (ontología) obtenido por medio de la iniciación, el que a su vez ha de disolverse en la infinitud del no-ser (metafísica), o sea volver a morir y renacer. En la primera etapa el aprendiz ha de abandonarse y abandonar el mundo de la lectura profana y nacer a la realidad simbólica. Ese rechazo del mundo profano implica una muerte (disolución) y un renacimiento donde se va conformando el ser (coagulación), es decir, el Conocimiento. Posteriormente ese ser debe nuevamente disolverse en una lúcida ignorancia y así poder generar una auténtica vida nueva interior nacida de los planos más sutiles de la conciencia y de un conocimiento que se basta a sí mismo. Esto es, si la gracia de Dios, acrecentando su sed de saber, se lo permite. Por otra parte este es el esquema dialéctico y prototípico de la Alquimia. Y estas dos operaciones básicas de disolución-coagulación se repiten muchísimas veces en el proceso iniciático (o alquímico) como ciclos pequeños girando dentro de ciclos grandes; y es de notar que cuanto más se repitan, más redundarán en bien del aspirante, el que debe considerar que se encuentra en presencia de buenas señales cuando estos fenómenos ocurren. El taoísmo (extremo oriental) es blando y disolvente. Los chinos y sus descendientes culturales subrayan lo metafísico; a la inversa, los mediterráneos y su área de influencia (occidental) hacen hincapié en lo ontológico y cosmológico. En este sentido pueden ser consideradas complementarias estas dos tradiciones, en un proceso de realización interior, y también sus enseñanzas y métodos conjugarse con amplio beneficio. Pero ambas tradiciones consideran las dos iniciaciones sucesivas a las que nos estamos refiriendo. El estudiante debe investigar no sólo en la Alquimia occidental (mineral) sino también en la china (vegetal). En la tradición judía (y árabe) el 'hombre verdadero' es Adán, háblase de un jardín virginal primigenio, que se corresponde con un estado análogo original de la conciencia; estado al que el neófito puede acceder merced a la primera iniciación. El hombre trascendente es representado por Enoch, arrebatado al cielo en un carro de fuego, el que aún está vivo y constituye el prototipo histórico de todos aquellos que han realizado el Conocimiento en sí mismos, es decir, la transmutación alquímica en su grado más elevado. En el cristianismo esta diferenciación es la que hay entre Juan el bautista y Jesús, y sus distintas funciones asociadas igualmente con lo religioso y metafísico; el primero bautizaba con agua, el segundo con fuego. |
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Decir ángel es decir imagen. La imaginación no debe entenderse aquí como la facultad que produce lo imaginario, lo irreal, sino el acto por el cual se hace real el mundo de las Formas y Figuras. El mundus imaginalis se sitúa en el tiempo mítico de la percepción visionaria y revelación profética. Como dice el poeta y pintor del siglo XVIII William Blake "quien no puede imaginar de una manera más real lo que su ojo mortal puede ver, no imagina del todo". El creador de imágenes (nombre que se le da al devoto del islam), se identifica con la luz interior de los seres y las cosas del mundo Natural y con las ideas y arquetipos del mundo Ideal. Esta imaginación activa es una facultad del Intelecto u órgano del Conocimiento y conduce a la Inteligencia del Corazón, objeto del Conocimiento interno directo. Los arcángeles, como facultades cognoscitivas que son, se asocian a estas funciones. La imaginación activa al arcángel Gabriel (ángel Espíritu Santo) que en el cristianismo es el anunciador de la encarnación del Verbo; la inteligencia del corazón, o intelecto puro, al arcángel Miguel (o Christos-angelos), cuyo nombre significa igual a Dios. En el Arbol Sefirótico de la Cábala, según algunas versiones tradicionales, Miguel ocupa el centro (Tifereth); Gabriel el Fundamento (Yesod) y Metatrón el polo o la corona (Kether). A este último se le denomina el YHVH menor y es el arcángel que se aparece a Moisés en medio de la zarza. Metatrón es la palabra misma "que abre el reino supercelestial"; es el espíritu de la visión que anuncia un Dios que vendrá; lo que en términos generales es válido para cualquier energía inmaterial y luminosa, es decir, angélica.
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MINUTA
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Ser pobre, en verdad, es tener miedo a la pobreza, o desear poseer, cualquiera sean los medios con que uno cuente. Igualmente ser rico es no ambicionar lo que no se tiene; lo que es lo mismo que estar de acuerdo –y no resignado– con lo que se es, cualquier cosa fuere lo que se sea o posea. Realmente, cuando más se sabe, más se olvida lo aprendido. Dios es permanente novedad. La posesión de la psiquis personal es la expresión más clara del error de percibirnos de modo individual. En la deidad no hay soledad ni miedo. |
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NOTA:
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En el Módulo II, acápite 50, hablamos acerca de la alimentación. Sin excluir nada de lo que allí se dice, ahora nos referiremos asimismo a ciertos temas conexos y a los errores que pueden derivar de ellos, al punto de constituirse en dificultades a veces insalvables en el camino del Conocimiento. Dos ejemplos bien netos son el prejuicio "naturista" y el impedimento materialista. El segundo está íntimamente ligado con la versión que el hombre moderno tiene de sí mismo y de todas las cosas, y corresponde, en términos generales, a la forma de ver de la sociedad contemporánea, asociada asimismo con la lectura literal y programada que este hombre histórico tiene del cosmos. El primero, vale decir, el prejuicio "naturista", es propio de ciertas personas y grupos que pretenden "mejorar" su situación individual dentro del caos que nos ha tocado vivir. A él nos referiremos ahora, pues muchas de las personas interesadas en los temas de la Metafísica y del auténtico Conocimiento, o sea, aquellos que tienen una inquietud interior, se ven a menudo tentados por ciertos atractivos que les ofrece una vida más "pura", "natural" y "saludable". Habría que preguntarse, desde el comienzo, qué se entiende por lo hoy llamado "natural" y qué concepto se posee en la actualidad sobre la naturaleza. Es bien sabido que para las sociedades tradicionales y primitivas, que por cierto son las que viven integradas en el cosmos y palpitan junto con los ritmos y los ciclos naturales, en un plan perfectamente universal –y ecológico–, la naturaleza no es lo que los modernos suponen, a saber: la superficie del paisaje o hipotéticas cuestiones vinculadas con la "salud", de la que también cabe preguntarse ¿qué se entiende por tal? Por otro lado algunos alimentos específicos son considerados como "buenos" o "malos" de acuerdo a determinadas pautas que arbitrariamente hacen de lo "natural" su lema, y de la "salud" su "ideal", en una verdadera cruzada de tipo moral y fanático, sin tener los conocimientos elementales necesarios para ello y sin estar informados de la historia y la cultura de los distintos pueblos que habitan desde siempre el mundo. Es muy importante destacar que en ningún texto sagrado de las diferentes tradiciones se toma a la alimentación como tema fundamental, y en general ni lo mencionan, ya no como requisito previo para alcanzar determinados estados de conciencia, ni mismo de auténtica salud corporal, sino que más bien en ciertos libros sacros, como el Evangelio cristiano, se aclara que lo importante no es lo que entra por la boca, sino lo que sale del corazón del hombre. Un caso muy difundido es el de la prédica vegetariana. De hecho ninguna tradición –la hebrea, la cristiana, la islámica, la budista, la taoísta, etc.– salvo la hindú, practica el vegetarianismo, al que sus seguidores han constituido en un culto del que son devotos de una manera casi moral. Por cierto que son muy buenos los vegetales, como también todas las cosas que Dios ha puesto a disposición del hombre; pero la exclusión de unas en beneficio de otras, como si unas fueran "buenas" y otras "malas", hacen de esa forma de ver unilateral algo demasiado parecido a las civilizaciones desacralizadas o profanas y no a las auténticas doctrinas tradicionales. Sobre todo cuando se cae en extremos de creer y tratar de imponer a ultranza la idea de que sólo las verduras y frutas crudas son los alimentos auténticamente sanos, apreciación de ninguna manera verificable si se tuviera que llevar una dieta prolongada de esta naturaleza, con las molestias e inconvenientes que acarrea. En este sentido, ciertas prácticas y concepciones de origen hindú, al igual que otras derivadas del Hatha Yoga, propias de simples fakires que pretenden hacer pasar sus actividades como auténtica espiritualidad, son consumidas de manera literal y vividas de modo pseudo místico y de forma fanática, tanto en Occidente, como en el Oriente, así en el seno mismo de la India actual, donde numerosas sectas de origen confuso y pensamiento sincrético, muy influidas también por la cultura moderna, predican determinadas "enseñanzas" (y esto aún en las ciudades sagradas a orillas del Ganges) que tienen afiliados en todos los países de Europa y América, las que son impedimentos graves para la obtención del Conocimiento cuando estas prédicas y ejercicios son tomados de manera estrictamente lineal. Creemos que lo "natural" ha de ser trascendido para poder dar paso a lo sobrenatural. |
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A continuación ofrecemos un sencillo 'talismán' numérico (recordemos que los números son también letras) basado en la Estrella de David o Sello Salomónico, emblema de Israel. Se podrá observar que la suma de las seis filas de números dan un mismo resultado:
Igualmente la suma de los números colocados en las puntas de la Estrella da 26 (13 para los dos extremos del eje vertical y 13 para los 4 restantes). Este número, como sabemos, es particularmente importante en la Cábala hebrea –y en otras tradiciones– y corresponde a la suma de las letras del Supremo Nombre Sagrado YHVH, descompuesto de esta manera: Y = 10, H = 5, V = 6, H = 5. Total = 26 Por otra parte la suma del hexágono interior da 52 (26 x 2), los que sumados a los 26 exteriores dan 78 (26 x 3) como el total de todos los números de la figura. Queremos recordar que este es el número de cartas que posee un juego completo del Tarot. |
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Hemos respetado el nombre Geomancia, con que se suele conocer esta ciencia, aunque en rigor le correspondería el de Geología con el que el hombre contemporáneo designa a una disciplina nacida el siglo pasado. En chino es llamada Feng-Shui y estudia las energías de la naturaleza, en su íntima relación con la tierra, y por cierto que esta ciencia está estrechamente vinculada con la Geografía Sagrada. En realidad todos los pueblos y sociedades tradicionales han utilizado a la geomancia con el fin de situar en determinados lugares y puntos claves tanto sus ciudades, como sus templos o casas cultuales, y asimismo sus viviendas. Para una mentalidad tradicional tanto la tierra como el cielo están perfectamente vivos y se expresan constantemente por mediación de las energías que continuamente los conforman. La tierra respira, pare, resplandece, y adquiere formas distintas en diversos sitios, signados por diferentes fenómenos (montañas, valles, planicies, ríos, cascadas, etc.), los cuales son símbolos de ideas arquetípicas, o mejor, de 'otras cosas' existentes también en el mundo de lo invisible, de lo espiritual. Por cierto que estas concepciones han de ponerse en directa conexión con la idea de la analogía entre macro y microcosmos, la que ve en la tierra un ser vivo, sensible y gigantesco, expresión natural, como el hombre, de un Ser Supremo, oculto en su propia creación. Motivo por el que las energías cósmicas, y en este caso especial las telúricas, son igualmente los conductos por los que se manifiesta la divinidad y por lo tanto señalan lugares específicos de comunicación tierra-cielo. Esta circulación de la energía, en ambos sentidos, es lo que caracteriza igualmente a la Geomancia como arte a-divina-toria y la que busca por su intermedio la ubicación adecuada del ser humano en lo indeterminado y amorfo, instaurando un orden en el caos. Una de las variantes secundarias de esta ciencia (o arte) lo constituye la figura del Zahorí, que es el encargado de encontrar agua, o corrientes de energías benéficas (aprovechables) utilizando para ello un bastón o un péndulo.
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