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LA RESPIRACION 
 

La respiración es la forma que tiene el hombre de conectarse con el universo. Respiración es vida y bien se dice así cuando se habla del hálito vital. Es también la manera en que el universo se comunica con nosotros, de la cual sacamos la energía necesaria para la existencia. La respiración es rítmica, y esto es lo primero que advierte aquél que quiere tomar conciencia de ella. Estos ritmos respiratorios, divididos en dos grandes categorías, se conocen como la aspiración y la expiración. Por la primera, se sabe, el hombre recibe el aliento cósmico. Por la segunda lo devuelve, una vez que ha obtenido por su medio el sustento imprescindible. Desde el punto de vista del macrocosmos o del universo, su expir corresponde a la aspiración del hombre y su aspiración a la expiración de éste. Hombre y mundo, microcosmos y macrocosmos, participan de la sola y única realidad del Verbo. La respiración es, pues, algo trascendente, de lo que es importante tomar conciencia, ya que, como se ve, es un medio poderoso y sencillo al alcance de cualquiera para poder entender en nuestro pequeño espacio, en nuestro laboratorio alquímico, y con nuestras imágenes, las realidades cosmológicas que se reflejan en el ser humano, pues éste ha sido generado con el mismo modelo del cosmos.

Como se ve, este alternarse de los ritmos conforma un ciclo binario igualmente válido para toda creación:
Como puede observarse, estos opuestos se complementan, y no podría ser el uno sin el otro. Por otra parte, es conocido que los ciclos respiratorios están en correspondencia directa con otros del cuerpo humano: la circulación de la sangre (diástole y sístole), y también con la asimilación alimenticia (ingestión y excreción).
Todos estos movimientos naturales, signados por el binario, se manifiestan también en el cuaternario, que los fija, equilibra y armoniza, reflejándolo dos a dos.
 
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ASTROLOGIA
 

Los signos zodiacales admiten una división cuaternaria relacionada con los elementos de la tradición grecorromana y alquímica (ver Nº 20). 

Los tres de Fuego:  

ARIES: El Cordero, es el primer signo de la rueda zodiacal, en donde ésta comienza su rotación retrógrada. Su energía es vital, y ha de tener la fuerza necesaria para mover toda la rueda bajo su impulso. Su regente es Marte, dios de la guerra, y se le suele emparentar con la violencia, pero siempre con la energía necesaria a toda acción paciente y duradera. Si la pasión es uno de sus atributos, la experiencia lleva a templar el carácter de Aries y a enriquecer sus virtudes. 

LEO: Colocado en el centro del solsticio de verano, la ubicación de Leo (el león, el Rey de la Selva) en el medio del año y en mitad del verano, hacen de él un signo tan ardiente como resplandeciente. El amarillo dorado del león, el sol (que lo rige), y el oro, se conjugan en el brillo de Leo, que lo lleva a la maduración de los frutos. 

SAGITARIO: El fuego de Sagitario (el flechador) no es arrebatador, ni se deja ganar por una excesiva euforia. Los grandes ardores han pasado, y el calor ha ido dando lugar a la luz clara de Sagitario, donde los contornos de las cosas se perfilan como más netos. Sagitario, regido por Júpiter, envía su flecha hacia el Sol, devolviendo a éste la savia de la vida que de él ha recibido. 

Los tres de Tierra: 

TAURO: Es caracterizado por el toro, animal obviamente relacionado con la tierra, cuya fuerza de trabajo, tozudez e insistencia son conocidas. La extraordinaria vitalidad de Tauro sobrepasa sus propios esfuerzos, y una y otra vez arremete sobre sus propósitos y contra sus enemigos, obteniendo así logros y resultados constantes. El toro es un símbolo interno de abnegación y lucha, que a la larga ha de terminar con éxito, pues su fortaleza está unida a la perseverancia. Es un signo regido por Venus. 

VIRGO: Es conocido por su sensatez y su paciencia, a la que une un carácter práctico y sereno. Es sencillo y muy apegado a sus maneras, y piensa no necesitar de la imaginación porque sabe que ésta puede perturbarlo. El planeta Mercurio rige al signo de la Virgen y le agrega una movilidad imprescindible y apenas suficiente. 

CAPRICORNIO: La cabra afirma sus pies sobre la tierra y en delicado equilibrio se impulsa hacia lo más alto del monte, descubriendo caminos prácticamente inaccesibles para todos los otros animales. Si es fastidiada embiste sin fijarse. Si se la deja libre, asciende por su misma naturaleza intrépida, constante y escaladora. Saturno rige a este signo y lo hace profundo. 

Los tres de Aire:  

GEMINIS: Los mellizos constituyen el primer signo de aire, y como tal se expanden a lo largo del año. Regidos por Mercurio, son dos remolinos de viento que se unen en un punto, manifestando la inmovilidad y la evolución. Los análogos se atraen y se repelen, y en esa constante danza cósmica las cosas se reproducen de manera natural. 

LIBRA: Aporta en su balanza el secreto del equilibrio. Regido por Venus, su aire es un soplo continuo, una brisa templada y conservadora. Sin embargo es versátil, y el menor influjo puede hacerla cambiar. Recta en la intención, accede a veces al desequilibrio, para volver a armonizarse. 

ACUARIO: Si el aire se ha estabilizado, puede sin embargo transformarse repentinamente en un torbellino, una tromba o un huracán. El viento del signo del Aguador es creador, y de él surgen las posibilidades germinales de otras realidades. Pasados los efectos del huracán, la tierra nace como nueva y beneficiada. 

Los tres de Agua: 

CANCER: El agua irriga con su fertilidad las maravillas de la tierra, a las que fecunda. El agua es pasiva con respecto al fuego, y como tal se la puede ver en lagos y ríos. La imaginación y la creación señalan al signo del cangrejo como la potencia generativa, o núcleo de las grandes posibilidades. Su regente es la luna. 

ESCORPIO: Signo de agua, el Escorpión se revuelve sobre sí mismo, y clava su cola envenenada en su propio cuerpo, el que permanentemente resucita. Su veneno es fatal, y el carácter de este signo, vinculado con los genitales, sorprende por su complejidad y profundidad. Su regente es Marte. Tal vez sea el signo más fuerte del zodíaco, sobre todo en la época actual. 

PISCIS: Simboliza aguas más mansas que las de Escorpio. Los peces nadan cómoda y sueltamente sin preocuparse demasiado por las cosas. Su comodidad les es casi indispensable, ya que sin ella no pueden vivir, tal es su costumbre. Su carácter aparece como frágil y con fluidez se manejan por el mundo.

 

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ASTROLOGIA
 

Cada treinta días, aproximadamente, el sol ingresa en una constelación zodiacal diferente, y la duración de un año está determinada por el recorrido aparente que realiza el sol a través de los doce signos, en casi exactamente 365 días y un cuarto. Normalmente estos se enumeran a partir de Aries, es decir, comenzando en el equinoccio de primavera (21 de marzo); pero estrictamente hablando el año comienza –y termina– en el solsticio de invierno (21 de diciembre), que es el día más corto del año y a partir del cual se inicia la fase ascendente del sol.

Damos a continuación las fechas a que pertenecen cada uno de estos doce signos con referencia al calendario civil, haciendo la salvedad de que en un año u otro estas fechas pueden tener una variación de un día:

CAPRICORNIO: 21 diciembre a 20 enero - ACUARIO: 21 enero a 19 febrero - PISCIS: 20 febrero a 20 marzo - ARIES: 21 marzo a 20 abril - TAURO: 21 abril a 20 mayo - GEMINIS: 21 mayo a 20 junio - CANCER: 21 junio a 20 julio - LEO: 21 julio a 21 agosto - VIRGO: 22 agosto a 21 septiembre - LIBRA: 22 septiembre a 21 octubre - ESCORPIO: 22 octubre a 20 noviembre - SAGITARIO: 21 noviembre a 20 diciembre.

Esto significa que el sol, en las fechas indicadas, se encuentra dentro del área de una u otra de esas constelaciones.

Normalmente se denomina signo natal de una persona a aquel en el que se hallaba el sol al momento del alumbramiento.

Otra cosa importante en el cálculo astrológico, es la averiguación de los signos ascendente y descendente que están determinados por la hora del nacimiento y el lugar en que éste se produjo.

La posición de la luna y los otros planetas también juega una importancia clave en una carta natal. El Horóscopo es la interpretación de esta carta de acuerdo a coordenadas y parámetros armónicos y ritmos estelares.

Aunque desde el punto de vista de nuestro programa las circunstancias individuales de una u otra persona son siempre secundarias y contingentes, no deja de ser interesante conocer el propio horóscopo, como una forma indirecta y sugestiva de percibir nuestro carácter y circunstancias temporales y como un medio para ir conociendo el lenguaje simbólico del cielo que se expresa en el orden cósmico y el mapa celeste.

 
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ALQUIMIA
 

Los principios alquímicos, así como los metales, no deben confundirse con las substancias que los simbolizan. El alquimista aprendiz, conjugando y ordenando estas energías sutiles, experimenta la transmutación que su Ciencia promueve, utilizando para ello el Athanor, ese horno o caldero donde cocinará su obra.

El cosmos todo puede ser observado como un gran Athanor en el que estas fuerzas se interrelacionan oponiéndose y conjugándose perpetuamente, tal cual lo afirma el Corpus Hermeticum. En el interior del alquimista (microcosmos) ocurre lo mismo: estos principios y elementos se combinan entre sí produciendo desequilibrios, combustiones, alteraciones y contradicciones. Pero el iniciado sabe que en el constante desequilibrio de las partes en que aparentemente el cosmos se divide radica el equilibrio del conjunto, el orden del todo.

Hemos de decir también que el Athanor está construido a cuatro niveles superpuestos, y puede ser considerado como una reproducción en miniatura del macrocosmos e igualmente del microcosmos, o sea del universo y el hombre. Estos cuatro niveles equivalen a los cuatro planos o mundos del Arbol Sefirótico, por lo que sería muy interesante ir haciendo las respectivas correspondencias entre uno y otro. En el primer nivel se encuentra el fuego indispensable para la Obra. El segundo y el tercero, donde se cuecen propiamente las substancias, son verdaderamente transformadores, y a veces se los suele considerar como un solo cuerpo. En el cuarto nivel las formas y la materia se han volatizado y existen de una manera distinta y trascendente. Los gases, que ocupan la parte superior del Athanor, están vinculados con lo sutil, mientras que la substancia de la Gran Obra se relaciona con lo denso. Este proceso de perpetuo refinamiento y reciclaje de energías es la clave de la Alquimia, la cual acostumbra trabajar con el favor del Tiempo. La transformación de la materia en un modo de realidad diferente, es el propósito del sabio alquimista.

Esto, sin embargo, es ignorado por el hombre ordinario que se deja llevar por la corriente de la manifestación universal, que va de lo sutil a lo grosero, de lo único a lo múltiple. Esta corriente, que está destinada a destruir, separar y dividir, es la que impera en el mundo profano; pero el adepto avanza en un sentido inverso: de lo denso a lo etéreo, construyendo el orden a partir del caos, uniendo los fragmentos dispersos de la multiplicidad de la manifestación transitoria y aparente, y siempre buscando, y finalmente hallando, la perfección que simboliza el oro, el "elixir de inmortalidad" o la Piedra Filosofal, la realidad única que trasciende toda manifestación.

 

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NOTA:
 

Queremos decir algunas palabras sobre el aspecto ceremonial de nuestros estudios, pues acostumbrados a vivir en un mundo que no hace distinciones entre lo sagrado y lo profano, y que por lo tanto desconoce las jerarquías espirituales internas, no es raro que el hombre viejo que coexiste con nosotros, niegue toda posibilidad de salvación de manera inconsciente, o trate de "consumir" el contenido de este programa. Hay un tiempo y un espacio sagrados, que se corresponden con los aspectos más altos del ser, cada vez más libre de sus innumerables egos y pasiones que tratan de doblegarlo. Es sumamente conveniente fomentar la realización de ese espacio y tiempo diferentes y para ese efecto el rito y la invocación, y el respeto por lo sagrado, deben volcarse desde el principio en nuestra vida diaria. Para el caso de estas labores y prácticas se sugiere una hora determinada –que bien puede ser nocturna, cuando las vibraciones del entorno se acallan– y un lugar para realizarlas –ubicado de preferencia mirando al norte o al oriente– por pequeño que éste sea. Asimismo subrayamos lo conveniente de tener un sitio especial relacionado con el material de Agartha. Esto se debe a la necesidad de ir distinguiendo, a cualquier nivel, la diferencia que va entre dos visiones, o lecturas absolutamente distintas de la realidad. La del hombre ordinario, o profana, y la del aspirante al Conocimiento, o sagrada. Haciéndose la salvedad de que lo sagrado, o metafísico, no es lo que hoy día se entiende por "religioso", o "piadoso", y que lo profano no es aquello que el "moralismo" pudiera condenar como tal. Lo sagrado, o metafísico, excede ampliamente el fenómeno "religioso", o lo "devoto", o la superstición. Y la ética supera las "moralinas" locales, generalmente motivadas para imponer sus intereses y puntos de vista, tan cambiantes como las modas o las mutaciones de los usos, costumbres y gustos de las personalidades.

 

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CABALA
 

Hemos ido tomando ciertos puntos de la ciencia cabalística, apropiados para efectuar nuestras labores con el Arbol de la Vida Sefirótico, al cual hemos relacionado con otros símbolos tradicionales y disciplinas herméticas, e igualmente con prácticas que funcionan como medios o despertadores para ir observando, conociendo y adquiriendo, poco a poco, por la reiteración de estos rituales, otro grado de conciencia o una lectura diferente de la realidad y de la descripción que tenemos de la misma. Igualmente deben anotarse ciertos riesgos inherentes a la caída de una serie de estructuras que de no ser reemplazadas por los elementos que nos brinda la Doctrina Tradicional nos llevaría sólo a una estéril vacuidad, o a una desesperación gratuita. Se advierte una vez más sobre la discreción y seriedad que deben rodear a nuestras labores, consejo repetido invariablemente por los adeptos de la Ciencia y el Arte. Volveremos a concentrarnos una y otra vez sobre el diagrama cabalístico, verdadero modelo del universo, con el ánimo de internalizarlo, comprenderlo, e ir intuyendo el cúmulo de imágenes que en él están contenidas y cuya manifestación promueve. Asimismo, queremos recordar que según el Sefer Yetsirah (o Libro de las Formaciones, verdadero clásico cabalístico) reitera repetidamente, las sefiroth son diez. No nueve, sino diez. No once, sino diez.

Siguiendo con el proyecto de ir acercando a nuestros lectores a un conocimiento de los símbolos tal cual se expresa en los grabados herméticos, cabalísticos y alquímicos, ofrecemos aquí una ilustración antigua del Arbol de la Vida. Como ya hemos advertido, el ir "haciéndose el ojo" es un preámbulo para acrecentar el contenido del auténtico mensaje del símbolo y desentrañar las verdades y energías-fuerza en él contenidas. Con optimismo también pudiera decirse que así se está accediendo a una introducción a la "visión".

Como puede observarse se trata de la meditación de un iniciado sobre nuestro Arbol Cabalístico dentro de un espacio cerrado, recoleto. El recinto es cúbico y su puerta se abre por medio de dos columnas, lo que es una representación de la caja del cosmos. Kether, la sefirah más alta y elevada, corona y toca la bóveda de ese oratorio o gabinete de trabajo, y preanuncia la salida hacia lo supracósmico. El adepto está sentado en un sillón cuya parte más alta es un recipiente que mira hacia arriba, y cuyas "patas" se vuelcan hacia la tierra, siendo sin embargo ambas partes del mueble análogas aunque invertidas.

fig. 4
Los pies del cabalista están firmemente apoyados sobre el suelo (significando la realidad), mientras una de sus manos sostiene con firmeza el diagrama del Arbol Sefirótico (acción) y la otra reposa con serenidad (contemplación) a la par que de toda su figura se desprende una actitud de atención concentrada y serena.
 
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LITERATURA
 

Ya hemos observado que los orígenes de la cultura son sagrados. Esto es particularmente notorio en las artes, ya que tanto la danza, como el teatro, la música y la plástica, se remontan a los comienzos míticos y rituales del hombre, y ha sido siempre una deidad la reveladora y patrocinadora de estas disciplinas. En la Antigüedad, las obras de arte eran anónimas, como siguen siendo aún entre diversos pueblos, y sólo a partir del Renacimiento es que se conoce a sus autores en forma individualizada. Crear, es repetir y reproducir la situación de la Creación original. La literatura no escapa a este principio, y las grandes obras en verso y en prosa son aquellas que despiertan y hacen presentir la inquietud y el deslumbramiento del Conocimiento. El poeta, bardo, o vate (de allí la palabra Vaticano), es un transmisor inspirado de las energías de lo sublime, y su lenguaje se articula con un ritmo preciso y particular. Los textos sagrados de todas las tradiciones dan cuenta cabal de ello. La belleza de la forma es el ropaje y la atracción de la Belleza del Principio, y por lo tanto lo refleja armónicamente. El arte es un vehículo y una manera de conocer, y son numerosos los esoteristas que se han expresado por su intermedio. Recordemos que la sefirah Tifereth es Belleza, y que se halla en el camino ascendente que va de Malkhuth a Kether.

En un sentido amplio, todo escrito es literatura. Pero hay algunos en los que, el arte en la manera de decir, la transparencia de las imágenes con que se dice, la claridad y el orden de los conceptos, aunque permanezcan velados, los hacen memorables y los ligan a nosotros con lazos emotivos y sutiles. Asimismo en la memoria de los pueblos las leyendas transmiten sus mitos. Los cuentos de hadas y de brujos nos acercan a una realidad prodigiosa. La poesía épica (la Ilíada, la Odisea) nos revela un mensaje heroico. El clasicismo de Dante y Virgilio es completamente otra cosa bajo una lectura hermética, acrecentando de esta manera su contenido y su estética. Las historias del Santo Graal, las gestas de caballería, las fábulas (como la Metamorfosis, o Asno de Oro, de Apuleyo), o la producción metafísica de un Dionisio Areopagita, entre muchísimas otras, son algunos de los ejemplos de la potencialidad del Arte como transmisor de Conocimiento y promotor de Iniciaciones espirituales.

El mensaje de la Filosofía Perenne ha tomado todas las formas posibles para difundirse. Incluso los refranes y dichos "populares", han sido acuñados como recordatorio de principios de sabiduría; aunque como todas las cosas, han sufrido con el tiempo un proceso degradatorio.

 
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CABALA
 

Surgida en el siglo II de nuestra era, en el pueblo de Israel, la Cábala se desarrolló en la Alta y Baja Edad Media, en países cristianos como Francia y España, particularmente este último, donde en el siglo XIII fue escrito nada menos que el Zohar, el gran libro cabalístico, brillando en Italia durante el Renacimiento bajo su forma cristianizada y pasando a los países del norte y centro de Europa y a Inglaterra, Polonia, etc., en distintas épocas, y en donde aún hoy se mantiene viva, así como en Jerusalén y muchas otras ciudades del mundo moderno, entre judíos y no judíos. Esto en cuanto a la Cábala histórica se refiere.

El término dabar en hebreo significa a la vez "palabra" y "cosa". En ese sentido, para los hebreos el nombre de Dios, constituido por las cuatro letras sagradas, es impronunciable, por respeto a su inmanifestación, y porque la pronunciación de su nombre lo revelaría en su tremenda majestad y grandeza. Estas cuatro letras son: Iod- letra a partir de la cual ha surgido todo el alfabeto hebreo, que es considerada un punto y cuyo valor numeral es diez; - llamada la primera para distinguirla de la segunda que compone el nombre divino, de valor numeral cinco; Vau- de valor numeral seis; y - la segunda, de idéntico valor cinco. La suma de las letras del Nombre Divino da veintiséis, y este número es de particular importancia en el esoterismo y la cosmogonía cabalística. Daremos luego las letras del alfabeto hebreo. Estos elementos son muy importantes para determinadas operaciones. No se trata aquí de dar un curso de hebreo, sino de ir familiarizándonos con los símbolos y valores cabalísticos. Si nuestros lectores tuvieran oportunidad de estudiar hebreo, les sugeriríamos lo hiciesen para ensanchar el marco de las relaciones y su resonancia en nuestro trabajo hermético.

 

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